En el estanco que hay debajo de mi casa hay dos muchachas atendiendo. Una es simpática, dice hola, te mira a los ojos, sonríe, te da las gracias, te dice adiós. La otra no saluda, pone cara de manzana amarga, no te mira a los ojos, y parece que le moleste que entres por la puerta. No sé si es cuestión de antipatía natural, de asqueamiento, o simplemente de vergüenza. Cada uno es como es.
Beacidades preguntonas
-
Ayer, en uno de esos momentos de procastinar a tope en lugar de estar
haciendo cosas de bien porque soy una señora cansada de la vida y
procastinar es mi...
Hace 15 horas



No hay comentarios:
Publicar un comentario