lunes, 1 de septiembre de 2008

Cada uno es como es.

En el estanco que hay debajo de mi casa hay dos muchachas atendiendo. Una es simpática, dice hola, te mira a los ojos, sonríe, te da las gracias, te dice adiós. La otra no saluda, pone cara de manzana amarga, no te mira a los ojos, y parece que le moleste que entres por la puerta. No sé si es cuestión de antipatía natural, de asqueamiento, o simplemente de vergüenza. Cada uno es como es.

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